05/05/2022 Previa a la primera función en Pilar (después de 15 años) en Torrente Espacio Teatral el sábado 7 de mayo de 2022
Vuelvo a actuar en el pago mientras el teatrito que me forjó tendrá sin retorno, el último de los aplausos.
De la última vez largos años han pasado, pero no es esta una circunstancia más. Escribo para tratar de entender mientras mi historia le toma la mano a mi hoy y voy cayendo en la cuenta.
Vuelvo a actuar en el barrio, esa maquetita con vida que me recogió estropeado mientras la pandemia nos llovía al intemperie del alma… y que recién apenas se va secando mientras caminamos ladeados, recogiendo los restos de lo que fuimos y estamos siendo entre lxs otrxs.
Este pueblito mío que me curó y recibió a esa trashumancia errante que fui y que soy (?), desde que lxs primerxs de lxs míxs llegaban a la Argentina.
Vuelvo a actuar en el barrio, mientras un teatrito baja el telón…
Crecí entre telas y mostradores, ascendente en ramos general, que supo originarse con bisabuelo Sleimen y abuelo Said. La tienda que la abuela Moubarak supo crear y cultivar con paciencia de alfarera.
Vuelvo a actuar en el pago. La casa amiga, donde el primer director que tuve de la ciudad. Dos de los otros tres están paseando por las nubes.
Recuerdo de mocito ponerme prendas y gustoso sacar carcajadas cocoliche de la abuela libanesa.
La tienda se cierra después de muchos años, no sin antes regalarme las últimas prendas con las que vestiré de gala el sábado mientras los camisones lo harán con los otros personajes.
Camisa Angelo Paolo, pantalón Lee, medias Tom ¿Te suenan?
La abuela Julia, mi madre Evelina y mi padre José siempre productorcitxs del teatrito mío. Mi madre, la impulsora, me cedió siempre la bijouterie y el maquillaje. La autora de las kermesitas en casa post función donde el hogar se ponía de fiesta, y algunas de las violencias que dolían en las rodillas y la cara, quedaban a un costado.
La tienda cerraba a las 13hs y la siesta era sagrada. Ahí escapaba pechito al viento (orgullito fantasía), peticito mitad Jerry Lewis mitad Don Ramón.
Corría el pestillo y adentro probador ¡Ese camarincito mió! Y la abuela, vaticinando James Dean de feria, me dejaba libre para que dispusiera del catálogo más grande de vestuario que conocí.
Que feria americana ni qué ocho cuartos. Gamulán, palazo, Ombú, Pampero, chiripa. Boina, faja, deshabille, batón y tarlatán.
La vidriera de Independencia era más larga y ahí andaba el mocoso fingiendo pasarela, hablando con prendas colgadas. La camiseta friza Clint Eastwood, el vestidito la Loren y el mameluco Balá. El mentor del cine, mi papá.
Vuelvo a actuar al pago, la tienda que se cierra para siempre, y yo vestido jugando al niño de antaño. Sacando risas a cosas que no estaban bien en casa, doliendo hermano.
La ciudad que me dolió y que quiero tanto. Las miradas burlonas por elegir destino cómico, las muestritas en el jardín del Modelo, los actos patrios en el Parroquial: cabeza rapada, reloj Casio en mano, protagónico con cartoncito granadero y pistola cebita en mano.
Del Brujito de Gulubú a Víctor Frankenstein. Gracias abuela, madre, padre. La tienda fue el teatro más lindo del mundo y el duelo se hace el sábado en el teatro con ustedes mi primer público querido.
Pilar de mi corazón te espero a las 21, no me dejes en esta que valen por un millón.